Daniel Tammet no sólo percibe las letras y los números como tales sino que la sinestesia le proporciona la experiencia de asociar números y letras con colores y sensaciones. También diagnosticado con síndrome de asperger, consiguió el récord europeo en cuanto a la memorización y recitado de pi con 22.514 dígitos en algo más de cinco horas y habla 11 idiomas. En 2007, su libro «Nacido en un día azul» creó mucha expectación entre mis compañeros, ya que eran los primeros testimonios que leíamos de personas con autismo.
«Nací el 21 de enero de 1979, un miércoles. Sé que era miércoles porque para mí esa fecha es azul, y los miércoles siempre son azules, como el número nueve o el sonido de voces discutiendo»
Ayer leí este artículo en El País: «El número pi es un poema épico», en el que resulta fascinante su percepción especial de los números como si de un idioma secreto se tratase, pero voy a resaltar dos aspectos relacionados con su forma de pensamiento diferente:
1- “La excentricidad depende del contexto. En Londres era autista, en Lituania un ‘gentleman’ británico”
Esta conclusión de Tammet basada en su experiencia personal atiende al Principio 4 de la neurodiversidad de Thomas Amstrong: El hecho de ser considerado discapacitado o dotado depende, en gran medida, de cuándo y dónde hayas nacido.
2- Daniel Tammet asegura que su homosexualidad nunca reforzó el sentimiento de diferencia que le causaba su neurodivergencia. “Una de las únicas ventajas del autismo es que eres incapaz de entender el tabú social . Para mí, siempre fue una evidencia que los hombres pudieran amar a otros hombres”
Me resulta inmensamente atractiva esta manera de pensamiento lógico que no atiende a la moralidad escrita por la mayoría trazada en esa línea invisible que separa lo que está bien de lo que está mal.
Inevitablemente recuerdo una pregunta que dejó en el aire uno de mis chicos con síndrome de asperger: ¿qué pasaría si la mayoría de personas fueran como nosotros? ¿y si el mundo se gobernara bajo nuestro pensamiento?